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Viva la vida

Ayer fue un día de esos que sabes que guardarás en tus sentidos todo lo vivido, especialmente en un ratito de él, como suele ocurrir, pero que se impregna de manera exuberante en los circuitos internos de nuestro cerebro, produciéndonos un placer maravilloso que como diría ella "Te ensancha el alma" .

Yo que soy bastante agnóstica, sentí algo parecido a esa sensación de expansión.

Si algo me está enseñando la pandemia es a querer más, a disfrutar más y a observar mucho más. Da igual el tiempo o la distancia.

Con esta gran pausa, recuperas conexiones cerebrales (memoria) de situaciones placenteras, las echas de menos y eso les da fortaleza.

A noche, logré sentir eso sin mecanismos reverberantes gracias a Meri, Andrea y Vega.

Después de un día de renuncias, colocada en mi estudio para una plaza que ni se sabe si se publicará, iría a recoger a mi pequeña, Vega, a casa de su tita Meri. Me habían invitado a cenar y de seguro sabía que algo especial me esperaría aunque, en ocasiones, la realidad supera nuestras expectativas...

La primera dificultad a la que debí enfrentarme para poder disfrutar de ello es el "estado de Alarma...no podemos viajar entre municipios, pero ¿Cómo recojía entonces a mi pequeña? Dejarle a Vega a su tita fue sencillo, ambas tenemos al los padres de las niñas en un mismo municipio, por lo que al estar separadas podemos alegar que recogemos a nuestras hijas por "causa justificada"...Pero ayer se me hizo tarde en mi sinuoso estudio, habían dos posibilidades:

Una: que la tita Meri cogiera a las dos pequeñas, las pusiera en la sillita de su coche por la noche y me las acercase al municipio paterno o..

Dos: que yo me arriesgara, cruzara la frontera y disfrutara de un entorno y metodologías menos hostiles para conciliar con las pequeñas...

Evidentemente opté por la segunda, asumiendo los riesgos y tomando toda clase de precauciones: de casa al coche, del coche a casa de la tita Meri, de casa de la tita Meri al coche y de allí a casa....pero con una pausa sublime que me recompensaría por la hazaña...¡y que reivindico aquí poder seguir haciendo! ¡son niñas! Con madres separadas, únicas y emburbujadas....

Bajé del coche, se me hizo algo tarde, sobre mi cuello pesaba no haber atendido bien a mi hija, saltarme los protocolos inflexibles y totalitarios y acercarse de forma amenazante a la hora del toque de queda: eran las 21:00.

Bajé del coche, con mi mascarilla para andar 10 metros hasta la casa de la tita...donde me esperaba el regalo...Me acerqué a esa puerta de una casa con solera en la plaza de un pueblo "con poco solero"...Tras el cristal de la puerta pude intuir el espectáculo que me esperaba:

Una luz cálida y familiar

Mi sobrina escondida tras lo que sería el recibidor del mejor de los restaurantes.

Al fondo, una mesa cocinera puesta con todo el calor del fogón en el centro del "salón"

De fondo, un piano sonaba algo torpe pero arrítmicamente maravilloso y melódico

Un pequeño escenario, bajo el hueco de la escalera, que prometía más sorpresas.

Y sobre la mesa, platos de Frida Kahlo...Y me tocó la mejor sandía.

La descripción del escenario es fácil, no tanto describir la atención, recibimiento y detalles de mis niñas.

Andreíta me dio la bienvenida, me cogió los datos y me dijo que tenía "una mesa reservada"

Y así fue, después de desprenderme de la mascarilla en el ambiente burbuja de nuestras pequeñas, me dirigí a la mesa, como levitando, mirando hacia todos lados, buscando a mi niña que entonaba sus primeras notas de piano...

Cuando llegué por fin a la mesa, pues mis andares eran lentos y nubolísticos, encontré el lugar reservado para mi deleite:


Mi nota de Reserva

El dibujo de mi reserva lo interpreté rápido: una maraña de emociones en este día con cuatro puntos importantes: nosotras, rojas, apasionadas y cercanas.

Me encantó.

Mi plato...

Un lujo de mesa

Las sillas de la mesa son como la diversidad de un bosque maduro y en equilibrio, cada una su historia, su forma, su madera. Cada una su función, que aunque de manera similar, se especializan para la postura, para que puedas elegir la correcta y te "sientas mejor"...Nada premeditado, todo reutilizado, con historia...Así vuelve esa solera.

Meri es la artista de los dulces, otras veces he desmerecido sus "guisos"...pero esta noche, se han superados mis otros tres puntos rojos.

Me faltó hacer la foto del menú, pero para entonces estaba saboreando, no lo pude hacer mejor.

En la nube de Chica Charcos me situé y disfruté de aquellos platos. Ahí no cabían móviles, ni cámaras ni nada que enturbiase el paisaje íntimo y suculento de aquella cena mágica.


El menú

Me llamó la atención lo masculino de los platos habiéndose creado por lo femenino al completo. Quizás nuestras pequeñas nos decían: echamos de menos compartir con los papis también. Pero ya hubiésemos sido más de seis personas no convivientes ¿Y el vínculo? Las cosas se pueden, se deben de hacer de otra manera...aunque para mi, siendo egoísta, fue la mejor de las maneras...;)

Lo femenino infinito comiendo platos masculinos, una maravilla:

  • Ensalada de lisones Sonchus tenerrimus silvestre, salvaje y riquísima, con puntitos rojos de dulce granada y el crujiente sabroso de la almendra tostada.

  • Tosta de sobrasada vegana, con tomates secos y toques de hada.

  • Empanada de pollo asado, de las sobras de nuestro picnic para poder encontrarnos.

  • Y de postre, un corazón de queso con suculencias temporales de frutos otoñales como nuestros madroños.

(No hay fotos, lo siento....)

En mi camino premeditado y arriesgado, paré para llevar un par de cervezas ¡Ni eso faltó! ya tenían la mejor y la más fresca, esperando mi ansia de sed sedienta.


Hay quien prefiere restaurantes, hay quien dice que si los cierran nos reuniremos clandestinamente....Esto fue una cena a cuatro, íntima y especial, no se puede comparar...

Pero si me dejan, todavía revivo el momento en el que fui a uno de los mejores restaurantes que he conocido, no recuerdo el nombre, era algo así como "la huerta de algo" en Segovia, una pasada: comida ecológica y un ambiente sin igual, ese es un gran restaurante y Esta cena es un gran regalo, un rincón humilde decorado, una intimidad compartida y un vínculo a través de la comida. Nada que ver. Sin duda, volveré

.

Pues eso, ¡Que viva la vida! Que nos quiten lo bailao, que generemos encuentros seguros y llenos de amor, respeto y aprendizajes para todas y todos, pero especialmente para ellas, para ellos, para esos "locos enanos" que deben seguir viviendo y disfrutando.

Gracias Chicas, gracias Meri, Andrea y a mi Veguita....hoy solo recuerdo vuestra sorpresa, entre lobos infantiles y maravillosas caperucitas.

Gracias por vuestro teatro.

Gracias por vuestro regalo.

Como diría nuestra gran Gloria: ¡Me hicisteis pasar un buen rato!

Os quiero!

Mar

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© 2020 Sinfo&Nía. Producido y creado por Mar Zamora

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